viernes, 10 de julio de 2009

Se viene una



Eso decía mi tía extendiendo sin necesidad la u para darle más dramatismo: se viene uuuuna, siempre refiriéndose a desequilibrios climáticos, desabastecimientos, aumentos de precios, caídas de gobiernos, aumento de tarifas o disturbios políticos en ciernes. Si hubiera contabilizado todas sus amenazas, si hubiera hecho un cálculo de sus aciertos en estos últimos años, bien podía haber pensado que estaba loca.
A veces, los argentinos, deseamos de manera inconsciente e inconciente el apocalipsis. No sé cual será el motivo, si para sentirnos víctimas de las circunstancias (tenemos una larga tradición de llorones sin motivo) o para justificarnos de muchas cosas. Lo sentí a mediados de 2008. La economía estaba bien, salvo por nuestra incapacidad para resolver los conflictos, y me refiero al campo. Luego tuvimos la suerte de la crisis global, que aquí sería terrible, cuando en realidad no lo pasamos tan mal y fue menos trágica que en otros países. En este año, otra ola de aquella crisis, más alta, más cruel, seguro nos pegará con más fuerza. La suerte a nuestros malos deseos no nos abandonó y cual antrax  o gripe A (H1N1) (¿se acuerdan?), ya estamos entre los países más afectados, con los peores indicadores. A esto se suman los pronósticos del valor del dólar, como para que no nos falten angustias y podamos gozar tranquilos de la mala fortuna esperando el hachazo final. Y ahora no puedo recordar quién decía que lo peor de las crisis es ¡alentarlas!..