Hace unos días me asaltó la idea de
que cuando somos jóvenes nuestro cuerpo es flexible y nuestros pensamientos son
más rígidos, estructurados, mientras que en la adultez nuestro cuerpo pierde la
flexibilidad que ganan las ideas. Más tarde, claro, no queda mucho margen y
tanto nuestro cuerpo como nuestras ideas se entumecen preparándose para
desaparecer. Todo ese proceso está atravesado por el miedo. Cuando somos
jóvenes tenemos una libertad corporal a la que el pensamiento teme. Ya adultos,
nos atrevemos a pensar con mayor apertura, pero nos atemoriza el cuerpo.
Al final de nuestras vidas, el cuerpo y los pensamientos son ganados por
el miedo a la muerte. ¿Será solo el miedo el que determina la calidad de
nuestros pensamientos? Seguro que no. Pero el temor no deja de ser un elemento
de dominación. Para qué nos atemorizan sino para que nuestro pensamientos
escapen a toda posibilidad de otras alternativas, minando la creatividad, el
aprendizaje ¿Para qué avanzar? si pronto estaremos afectados por la amenaza.
lunes, 2 de junio de 2014
miércoles, 16 de abril de 2014
Nadie resiste un archivo
Hace ya algunos años que vengo viendo por tevé y en las
redes sociales la cuestión de “nadie resiste un archivo”. En general, se hace
para demostrar que personas que pensaban de algún modo hoy lo hacen de otro. El
que cuelga este tipo de comparaciones lo hace para denostar al otro, para
decir: este tipo no tiene convicciones, solo tiene intereses y por eso cambia
de parecer. Ahora bien, ¿no es natural que cambiemos de forma de pensar?, ¿no
es natural que nos manejemos por intereses? Me dirán que hay intereses
altruistas y de los otros, o intereses que benefician a más o menos gente, o
que esos archivos vienen a decir que tal persona no es confiable, porque mañana
puede cambiar de opinión, acomodarse a las circunstancias, traicionarnos.
Tengo algunos años y, por el solo hecho de pensar, o porque
los hechos me han demostrado que estaba equivocado, cambié de parecer varias
veces (creo que perdí la cuenta). Es decir, supongo que esa crítica viene de
una mente conservadora, porque no cambiar se me hace imposible, casi dramático.
Y me pasa que más que condenar a quien se cuestiona, cuestiono al cuestionador,
al que no tolera los cambios, al que nos invita a la rigidez.
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