viernes, 8 de diciembre de 2023

Muchachos: Contra la Selección Nacional

Voy a cometer una herejía. Escribiré en contra de una actitud de la Selección Nacional de Fútbol campeona del último Mundial de Fútbol masculino de adultos, allá en Qatar en el 2022. El fútbol, desde que comencé a tener cierta conciencia política me ha parecido en Argentina algo así como "el opio de los pueblos". Un interesante distractor de las injusticias del sistema. Mientras el común de las personas se preocupen y apasionen por ese deporte, menos se dedicarán a pensar en los motivos de su sometimento a las violencias de los aconteceres diarios. Su estado de ánimo tendrá que ver con las alternativas de su equipo y así como las drogas, le suministrará un placer inmediato el saberse ganador para luego regresar al displacer del drama existencial en su múltiples facetas o deprimirse si su equipo no gana. Una inmensa alegría nos causó que nuestra Selección haya ganado un Mundial, como si eso ayudara a superar por un rato nuestro eterno complejo de inferioridad y la consecuente autodenigración. No seremos lo que "debemos ser" como decía nuestro máximo prócer, pero al menos nos destacamos a los ojos del Mundo en nuestra habilidad con la pelota. Son nuestros conciudadanos, unos simples mortales, que parecen habernos llevados a sentirnos dioses de vaya a saber qué Olimpo. Un Olimpo donde solo beben y comen algunos y el resto aplaudimos desde la vidriera. Pero más allá de los efectos que pueda causar el éxito ajeno como si fuera propio, quiero detenerme en la actitud de esa Selección de no festejar el título con el Gobierno de turno. No lo hizo en el momento que la gente salió a la calle, ni después. Es decir, estos jugadores o la Asociación del Fútbol Argentino le dio un duro golpe a la Institución que pretende representar al colectivo, demostrando en términos políticos que esa máxima representación formal estaba vacía de poder. O más bien diciéndole a la población que el Estado no cuenta, que el auténtico poder pasa por el carril de lo privado, que en términos fácticos puede ser discutido, pero ¿era necesario reforzarlo, hacerlo tan evidente? La excusa fue la mentada grieta y el hecho de que haber saludado formalmente a la máxima autoridad, hubiera dado indicios de alguna afinidad partidaria. Creo que a la inversa, la descortesía, el ninguneo, los puso claramente en la otra orilla del abismo. Si el Estado debería ser la máxima expresión del consenso social, la actuación de la AFA y los jugadores debilitaron esa instancia. ¿Videla, fusil en mano, como representante de un Gobierno ilegal, no tenía grieta? ¿Alfonsín, silbado en la Sociedad Rural, peleándose con la Iglesia Católica y la CGT, no la tenía? Sin embargo, esas Selecciones saludaron a los mal o bien máximos representates del Estado Argentino, les otorgaron entidad. No quiero pensar que este gesto haya jugado en la derrota electoral del gobierno de Fernández, por caso, el mismo Alfonsín tuvo que renunciar antes de que terminara su mandato y su partido perdió la elecciones, pero la institucionalidad no sufrió un desprestigio semejante al que le propinaron la AFA y sus muchachos. No padecieron esos mandatarios de ese logrado intento de disociar Pueblo y Gobierno para reforzar posiciones antiestatistas y poco democráticas, que sí resultaron victoriosas en las elecciones de 2023. Como sabemos, todo gesto es político, solo hay que observar, me parece, cuáles son las consecuencias y repensar las mitificaciones.

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